sábado, 2 de marzo de 2013

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Ella sonrió y su sonrisa ilumino
mi mundo, era tan resplandeciente
que sentí que estaba soñando despierto,
quede hipnotizado, me quede mirándola fijamente
como se mira algo divino, me perdí en su mirada
y su mirada se perdió en mi, eramos uno solo,
nos convertimos en un bello poema encantado...
Néstor Augusto Esquivel

El Principito

"Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón…"